Yo estoy sedienta. Tú estás sedienta. Ella está sedienta. Nosotras estamos sedientas. Vosotras estáis sedientas. Ellas están sedientas. Haciendo el Camino…
Peregrina, no hay destino, se hace destino en el Camino. Peregrina, no hay Camino, se hace el Camino al peregrinar. Peregrina, no hay sed, se sacia la sed al peregrinar. Al peregrinar se alivia la congoja de la parturienta. Al peregrinar se reescribe el destino de Caperucita Roja y el de la Cenicienta. Ya nadie les arrebata su sed inquieta de ser más de trescientas y de quinientas, de ser incluso presidentas, de ser quienes parlamentan a tu oído el sufragio universal continuo y permanente, sin pataleta tremenda; de ser la voz que en tu corazón se acrecienta, de ser la inspiración que en tu oración se frecuenta, de ser la conjugación del verbo que todos presientan, de ser la traducción del silencio que pocos alientan.
No mientan. No mientan más. No se arrimen más al sol que más calienta ni al rol que nos hace la vida más sangrienta. Si hasta las piedras se agrietan bajo la caricia del viento, cómo no se haría pedazos el corazón más duro bajo la pericia del escarmiento, cómo no se volverían ágiles y sinuosos trazos los raíles metálicos del destino bajo la fantasía de Alicia y su pensamiento.
Peregrina, no hay sed, se sacia la sed al peregrinar. Y al peregrinar resucitan tus pies las huellas de los caminantes que hicieron antes el Camino que hoy es tu destino. No sé si conjugarlo más o enjuagarlo. La sed es un verbo demasiado gastado y raído. Sed esto y lo otro. Sed así o asá. Sed de esta manera y de la otra. Sed flexibles y firmes.. como el junco. Sed fuertes y tiernos… como una nuez. Sed…, sed…, sed… Sed una heroica leyenda para el pincel y una simple nota al pie. Sed…, sed…, sed… No hay oasis bastante grande en el que enjuagar este verbo maldito y temido.
Peregrina, no hay estrellas, se hacen las estrellas con tu mirar. Peregrina, observa las estrellas… Te han engañado. La vida no es sueño, ¿quién ha despertado para verlo?, ¿quién ha estado despierto para escucharlo? Más bien es un istmo de él, algo así como un espejismo, parece real de lejos, hasta que te acercas lo suficiente para verle el pellejo, es solo un reflejo: donde creías ver un galante cortejo no había más que una galopante caza al conejo, donde creías ver un radiante sol bermejo no había más que un inquietante y revoltoso vencejo, donde creías ver un reluciente azulejo no había más que una obediente esclava dejándose el pellejo, donde creías...
Peregrina, no hay fe, se escancia la fe al orinar al borde del camino. Peregrina, no hay sed, se sacia la sed al peregrinar. Y al peregrinar resucitan tus pies las huellas de las caminantes que hicieron antes el camino que hoy es tu destino.
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