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sábado, 12 de septiembre de 2015

Reciclando la basura universitaria

La RSU en la Educación Superior Europea: reciclando la basura... proletaria.

La universidad de hoy día es como cruzar un desierto, donde de vez en cuando encontramos algún oasis y muchos espejismos. Espejismos como la igualdad de género, la cooperación al desarrollo, la protección del medioambiente… Espejismos de solidaridad y libertad... Y sobre todo, espejismos de sabiduría en forma de ‘publicaciones de impacto’.

Conocimiento científico con fecha de caducidad, la que marca el copyright de la editorial, la que marca el destino de pudrirse congelado en las neveras de las bibliotecas. Ese mismo conocimiento que anuncia el ocaso: el de una noche a punto de encenderse de una pléyade de ideas estrelladas, pero que luego nadie enciende.

Aulas en las que brilla un sol de injusticia en todo lo alto, donde la sed por aprender se ha evaporado. ¿Para qué seguir caminando en círculos? Es hora de montar el campamento (Bolonia, dixit). Una caravana de nómadas erasmus cruza el campamento.

La insolación derrumba literalmente a muchos estudiantes sobre sus pupitres, mientras buscan afanosos cobertura para su móvil. ¿Para pedir ayuda? No, para reclamar ignorancia: ‘¿Cuántos puntos me das por venir a clase?, ¿esto entra en el examen?’ Reclamando ignorancia, y además, con insistencia y vehemencia y soberbia. No es sólo adolescencia tardía, es algo más…

La universidad de hoy día es como cruzar un desierto, donde de vez en cuando encontramos algún oasis y muchos espejismos. A la intemperie de la mala educación, de la falta de respeto, de la escasez de amabilidad y gratitud. No es sólo adolescencia tardía, es algo más… Es el nuevo modelo de gestión de los desperdicios.

La universidad que conviene a la dictadura del capital ha recogido bien el guante de los ecologistas malthusianos. Reciclando toda la basura, previo etiquetado de lo que se considera ‘basura’: desde el estudiantado al profesorado. Sólo se necesitan recursos humanos, sustituibles y desechables, de usar y tirar, controlables y rentables. ¿Por qué? Porque una persona no se explota, pero un ‘recurso’, sí. Una persona tiene derechos humanos, pero un ‘recurso’ no los tiene.

Tras años de gestión del subdesarrollo y la pobreza, tras el triunfo de la gestión del shock (austericidio), ahora sólo queda implementar la gestión de la basura humana generada en el proceso. Y si es basura autoignífuga, mejor que mejor. Los modelos de autogestión ignífuga más eficaces son los psicologistas, presentados como cortafuegos, en realidad están diseñados para hacer arder de manera controlada la propia basura que es uno mismo. Sí, sí, son cortafuegos, no para las personas, sino para el sistema.

Escribo desde el oasis: estudiantes que dan alas a la reflexión, que dan aire a las cuevas prehistóricas del ‘¿esto entra en el examen?’, estudiantes que son más que una estrella fugaz. Ellos y ellas saben quiénes son.

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