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sábado, 12 de septiembre de 2015

A título lucrativo

Para los de abajo, el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Para los de arriba, el desconocimiento de la ley les exime de cumplirla cuando han sido partícipes a título lucrativo. Moraleja: …
Para los de abajo rige la incompatibilidad en la percepción de ingresos, especialmente cuanto más baja es su cuantía. Para los de arriba rige la ley de ingresos complementarios, especialmente cuanto más altos son sus emolumentos. Para los de abajo rige el papel mojado de la carta de los derechos humanos. Para los de arriba rige el blindaje del derecho sobre acciones bursátiles y pensiones vitalicias. Moraleja: …
Para los de abajo rige un principio contundente: el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. El que la incumple ha de pagar y además debe tomar la iniciativa de su defensa. Sin embargo, para los de arriba rige otro principio bien distinto: la participación a título lucrativo, lo que exime de culpa y aquilata la impunidad. Un privilegio concedido por la judicatura a ignorantes con títulos universitarios. Moraleja: …
Para los de abajo, pobres ignorantes, el desconocimiento de la ley los convierte en carnaza delincuente. Para los de arriba, altamente instruidos, el desconocimiento de la ley los transforma en atontados partícipes a título lucrativo.
Para los de abajo rige una ley de incompatibilidad clarísima: es incompatible la percepción de dos fuentes de ingresos, siempre que al menos una de ellas sea de carácter público. El que la incumple incurre en fraude y se le exige la devolución, con intereses de demora, de las cantidades ilegalmente recibidas. Sin embargo, para los de arriba rige otro principio bien distinto, la ley de ingresos complementarios: además de su salario, que suele ser varias veces el salario mínimo, también pueden tener múltiples fuentes de ingresos, preferiblemente públicas, a los que se denomina como ‘complementos’. Tales complementos suelen representar, como poco, más de la mitad del salario principal, y no son reembolsables.
Para los de abajo no rige ni el secreto de confesión. Para los de arriba es sagrado su derecho al secreto bancario. Para los de abajo sus derechos básicos son condicionados. Para los de arriba sus derechos superfluos son inquebrantables. Para los de abajo rige el deber (obligatorio) del trabajo. Para los de arriba rige el derecho (voluntario) de crear empleo. Moraleja: …
Para los de abajo rige la ley del paro estructural, la ley del palo y la zanahoria, la ley de la puerta cerrada. Para los de arriba rige la ley de las puertas giratorias. Moraleja: …
Para los de abajo rige el derecho de endeudamiento. Para los de arriba rige el deber de crear deuda. Para los de abajo rige el deber de pagar la deuda. Para los de arriba rige el derecho de cobrar la deuda. Moraleja: …
Para los de abajo rige la moral de ‘haz el bien y no mires a quién’. Para los de arriba rige la moral de ‘agarra la plusvalía y no la sueltes ni aunque se te aparezca la Virgen María’. Moraleja: …
Para los de abajo, pobres ignorantes, el desconocimiento de la ley los convierte en carnaza delincuente. Para los de arriba, altamente instruidos, el desconocimiento de la ley los transforma en atontados partícipes a título lucrativo.
Como en una misa pagana, el sacrificio del dios dinero convierte la explotación y el papel-moneda en sangre y cuerpo de la Pobreza. Aleluya, aleluya. Cantemos a coro el misterio de la Paganísima Trinidad: Afán de lucro, Pobreza y Espíritu Emprendedor. Aleluya, aleluya.
Moraleja: Lúcrate o púdrete.

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