Ahora podemos. Hasta ahora nos
habían contado la historia desde la perspectiva del lobo feroz, de la bruja
malvada. Ahora se invierten las tornas. Podemos ver la historia desde la bella
durmiente y los siete enanitos. Podemos ver cómo el socialismo durmiente es
llevado en volandas por siete pequeñas alternativas de sentido común.
¡Sentido común y cosas pequeñas!
Quizá por eso alguien dijo que el sentido común es el menos común de los
sentidos, es muy pequeño el grupo de personas que lo tienen. Podemos tenerlo.
Podemos recuperarlo. Podemos rescatarlo de las garras del miedo. Podemos
escuchar su voz, la voz de la experiencia, gritando desde las entrañas del
pánico.
El sentido común había preguntado
a la centenaria gestión pública: ¡Qué impuestos más regresivos tienes! Son para
crear más empleo. ¡Qué reforma laboral más flexible tienes! Es para facilitar
la contratación. ¡Qué ley electoral más bipartidista tienes! Es para gobernar
mejor. ¡Qué bolsas de pobreza más grandes tienes! Son para impulsar más el
espíritu emprendedor. ¡Qué deuda pública más grande tienes! Es para crecer
mejor. ¡Qué fraude fiscal más grande tienes! Es para atraer más inversiones. ¡Y
qué ley hipotecaria más agresiva tienes! ¡Para comerte mejor!
Y el resto del cuento ya es
conocido. Podemos recordar cómo llegaron los leñadores para rescatar de las
entrañas del capital feroz a la pequeña niña indignada de rojo sentido común y
a la centenaria democracia.
He aquí las siete pequeñas
alternativas de sentido común: impuestos más progresivos, reducción de la jornada
laboral, más democracia, renta básica, auditoría de la deuda pública, lucha
contra el fraude fiscal y stop desahucios.
Pero la bruja malvada se empeña
en preguntarle al pequeño sentido común: ¿A quién quieres más, a papá o a
mamá?, ¿gestión pública o privada?, ¿eficiencia o equidad?, ¿PP o PSOE?,
¿derecha o izquierda?, ¿trabajo precario o paro?, ¿perroflauta o de la casta?
El parado que no llega a fin de
mes es de casta. El diputado que se lleva una pensión vitalicia es de la casta.
La maltratada que no pierde la cordura es de casta. La imputada que no pierde
su inviolabilidad es de la casta. El infante que no tiene para comer es de
casta. La infanta que vive sin estrechez es de la casta. El inmigrante que
salta con sus huesos la valla es de casta. El inmigrante que cruza con sus
millones la frontera es de la casta. El político que no vive de la política es
de casta. El político que se corrompe es de la casta.
La casta de privilegiados se
ofusca, se enfadan contra quienes ponen negro sobre blanco. Buena señal. Vamos
por buen camino. Al sentido común lo llaman populismo, utopía, comunismo… Buena
señal. Están perdiendo terreno, se sienten acorralados y ya sólo dicen
sandeces, no tienen argumentos y nos enseñan su rostro verdadero, sus garras
afiladas, sus colmillos sanguinolentos… Jamás fueron demócratas, aunque se
pusieron sus ropas.
A una democracia verdadera “no se
le puede permitir simplemente servir a los intereses del rico y del poderoso,
justificando sus guerras, su violencia y sus bombas, mientras que suplica a los
pobres y a los desvalidos que practiquen la paciencia, la mansedumbre, el
martirio y solucionen sus problemas, en cualquier caso, de manera no violenta”.
¿Quién habla así?, ¿un casposo perroflauta? Quien así habla es un
contemplativo, un monje trapense, Thomas Merton [1915-1968].
Hasta ahora nos habían contado la
historia desde la perspectiva del lobo feroz, de la bruja malvada. Ahora se
invierten las tornas. Podemos ver la historia desde la bella durmiente y los
siete enanitos. Podemos ver cómo el socialismo durmiente es llevado en volandas
por siete pequeñas alternativas de sentido común.
He aquí las siete pequeñas
alternativas de sentido común. Primera: Que aporten más quienes más tienen.
Segunda: Jornadas de trabajo más racionales. Tercera: Más mecanismos de
democracia participativa. Cuarta: Lucha contra la pobreza mediante el
aseguramiento de una renta básica universal, individual e incondicional.
Quinta: Rechazo de las deudas ilegítimas. Sexta: Dedicar más medios contra los
paraísos fiscales y la evasión fiscal. Séptima: Asegurar el derecho a la
vivienda y la función social del crédito.
Ahora podemos. Los leñadores ya han llegado y podemos abrir ya las
entrañas del lobo para sacar a la sabia y longeva democracia y a la pequeña
niña de sonrosado sentido común.
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