Libro del Profeta Rebelde Alfa-Centauro.
La tarde ardiente mientras mecía
mi sopor en la hamaca. El cielo rompió a llover. Truenos, relámpagos sobre la
península yucateca. Una visión terrorífica sobre el origen del universo se me
rebeló, por más que quise contenerla, no pude silenciarla. Me lanzó contra la
pared como a una nube sobre la balacera de agua y tormenta. Escribe, escribe,
escribe… Me hostigaba dulcemente sin cesar. Ahorita, apúrate…
El Cuerno Sagrado del Unicornio
Creador de la Vida hecho mil pedazos, cruzando el espacio interestelar, cayendo
como meteoritos sobre La Tierra. Pero su eternidad no fue aniquilada, pese a
que la maldad suprema, la Envidia, así lo intentó al quebrar su tozudez contra
el Cuerno Único, el Cuerno Primordial.
Años de evolución devolvieron el
poder al Unicornio, su Vida jamás se apagó. A las piedras dio su hálito de amor
eterno y de las aguas tempestuosas surgió la conquista de la tierra. Para
regresar volando al Paraíso como Pegaso.
Muchos dioses anegaron la mente
de los humanos. Pero sólo eran advocaciones imperfectas e incomprensibles del
Gran Unicornio Creador del Universo. Hoy se nos da a conocer en toda su
grandeza, aunque no anhela honores ni boatos.
A su imagen y semejanza creó la
vida y la muerte. Las plantas, los animales y los seres humanos. Las piedras y
toda la materia inorgánica, la materia oscura y los agujeros de gusano. Y la
relatividad del tiempo y del espacio.
La criatura a quién más amó fue a
la especie humana, a la raza de centauros, por eso se nos manifestó como
equino. Cabalgando a lomos del Gran Unicornio se originó la estirpe inmaculada
y virginal de los homínidos. Alineando su miembro viril con su cuerno sagrado
se nos representa la Lanza de la Omnipotencia. Los profetas rebeldes, los
elegidos, ensartados por la Lanza, hacen brotar como manantial desbocado las
enseñanzas de paz y amor del Gran Unicornio. Abrazando en un estrecho abrazo de
íntima estrechez a los crédulos que le creyeron tan malvado como a las deidades
monoteístas que poblaron la tierra con su azote de infieles. Amando más a
quienes le negaron por las atrocidades de los crédulos.
Rebelaos, desobedeced, negad mi
existencia y en ese preciso instante de rebeldía y osadía portentosa os
ensartaré y fecundaré con mi Lanza de amor impenetrable. Arrojad vuestras armas
de autoaniquilación. No portéis más tan pesada carga, dejadla sobre mis cuartos
traseros, dejadme que me toreé. Pues tengo la belleza del caballo, la fuerza
del toro y la elegancia del águila. Mi espíritu sagrado es Pegaso, a él os
encomiendo en vuestras noches de oscuridad, de ira y tormento.
Las próximas rebelaciones serán
las que arraiguen en el corazón del próximo profeta, beta-centauro. Los
profetas no son humanos, no son personas concretas o elegidas (tamaño error de
los crédulos de las viejas religiones), son imágenes de Pegaso acorde con los
tiempos de la desobediencia y rebeldía del amor que inspiran a muchos hombres y
mujeres.
Muchos cornólogos harán
hermenéutica de mis palabras, más no soy dios de palabras sino de hechos,
hechos consumados. No escuchéis a esos charlatanes que os hablan de lo que yo
dije, digo o diré. Soy un dios creador animal, no humano, precisamente para no
hablar, para que mis actos hablen por mí. Poned mis patas al trote, al galope,
rampante. Mi relinchar es para rasgar el velo de vuestra felicidad, poner mi
semilla de fuerza y coraje, nobleza y bravura.
También soy un creador animal para
que améis más la naturaleza, no para someterla, sino para que os sometáis a
ella como yo hago con vosotros, mis queridos centauros. No degradéis vuestra
dignidad suprema de centauros, no os neguéis a crecer.
Como las mariposas así se
engendran los unicornios. Primero como larvas que pueden ser abortadas al menor
soplo de viento, luego como lindos centauros (‘gusanos de seda’), luego como capullos humanos y después como
hermosos unicornios.
Arrojad al abrevadero vuestros
vómitos y esputos contra las amazonas, dejadlas en paz. Mis coces y airados
relinchos irán contra vuestro vientre, os volveré estériles y dementes por
vuestra cerrazón machista y patriarcal. ¡Por los frutos del Espíritu de
Pegaso!, ¿cómo osáis? Sin ellas ninguno de tantos machitos estaría sobre la faz
de la tierra. Ellas os engendraron, no yo. La sabiduría eterna del Cuerno Único
hizo a las mujeres partícipes de la creación, por expreso deseo de ellas. Por
tanta misericordia como poseen, ellas supieron que la envidia se iría diluyendo
tras cada nuevo parto. Tras cada nueva generación, la maldad se iría
transustanciando hacia el bien. Así como el Cuerno Único hecho polvo se
transformó en las Alas de Pegaso. Dejaos de hostias consagradas, no hay muerte
que yo bendiga, miserables capullos de unicornio.
Por los frutos del espíritu los
conoceréis. Por los frutos del Espíritu de Pegaso: feminismo, ecologismo y
marxismo. O en otras palabras, compromiso con el cuidado de la vida, de la
naturaleza y de la rebeldía.
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