“… mientras no se extirpe al cacique, no se habrá hecho la
revolución; que mientras no nos sanemos de esa dolencia, más grave que la
miseria y que la incultura, …; no seremos, ni con monarquía ni con república, una
nación libre, digna de llamarse europea: seremos, menos que una tribu, un
conglomerado de siervos, …” (Joaquín Costa. ‘Oligarquía y caciquismo’,
1902).
‘Cacique’: “El primero de un pueblo o región que tiene más
mando y poder, y quiere por su soberbia hacerse temer y obedecer de todos los
inferiores”. (Diccionario de la lengua
castellana, 1729).
Como ya nos decía Joaquín
Costa: El cacique es el gran especulador de la política, cuyo
poder corrupto consigue acabar con la prosperidad y la riqueza de toda una
región. La persona irresponsable que domina una región, sin cuya voluntad o
beneplácito no se hace nada. Para él no existen las leyes, está por encima
incluso de la Constitución. A su servicio están todas las instituciones
públicas. Semejantes a los microbios que producen las fiebres palúdicas, que
hacen inhabitables las zonas donde se agitan. Ahora que llega el verano, repelente contra los caciques.
El caciquismo es el gobierno despótico por una minoría. Una
minoría compuesta por lo peor de la sociedad, inmoral y corrupta. ‘El gobierno por los peores’ que
criticaban los intelectuales de la Generación del 98. Y hoy, en la generación
ni-ni del siglo XXI, ¡el caciquismo sigue vivo! ¡La mafia española! La mafia
española no necesita matar porque aniquila la conciencia y la propia voluntad,
educa al siervo para que desee ser siervo, como dice Busqueta.
No es un fantasma, aunque así lo percibimos la mayoría. Huimos del
comunismo para abrazar el sueño del caciquismo. Y aún seguimos hechizados,
entretenidos en luchas superficiales: Barça-Madrid. Recortes-Crecimiento.
Desahucio-Dación en pago. PP-PSOE.
Al fin salimos del hechizo del bipartidismo. Al fin escuchamos nítido el mensaje de
quién movía los hilos del títere PPSOE:
‘Gane quien gane, siempre gana la banca’.
Sin embargo, la máquina de dominio y explotación no para. No bien hemos salido
de un hechizo (bipartidismo) cuando ya nos tienen inmersos en otro (monarquía o
república). Ahora nos quieren entretener con otro teatro, con otra
tragicomedia. Posponiendo indefinidamente el combate crucial contra el
caciquismo.
Siguiendo a Costa, el origen del caciquismo se sitúa en la pujante
oligarquía feudal del último tercio de la Edad Media (XIII-XVI).
Alcanzando su máximo esplendor en el XV, con el nacimiento de la Inquisición
Española: Frenando así el combate del pueblo contra los despotismos de la
monarquía absoluta y del proto-caciquismo.
En la época de transición del feudalismo al capitalismo, XVI-XVII,
se produjo a nivel europeo el proceso de transformación de las monarquías
absolutas hacia el Estado moderno. En España la nobleza se rebeló y consiguió
que su poder feudal perviviera, especialmente en el sur. El siglo XIX relajó el
combate popular contra los despotismos, siendo enfrentado el más asequible, el
monárquico; dejando tranquilo al despotismo
caciquil que vio aumentada su fuerza.
El siglo XX vendría a reforzar su status con la instauración de la
dictadura franquista y la posterior Transición. Hasta alcanzar en el XXI una
nueva etapa de expansión caracterizada por el neofeudalismo de la economía global, donde el conflicto
entre capital y trabajo al fin ha sido degenerado y rebajado hasta su mínima
expresión, retornando al conflicto social medieval entre siervo y señor de
estilo vintage.
El conflicto social básico del caciquismo es un híbrido de los
inconscientes ideológicos feudal y capitalista. Aunando lo peor de cada uno de
ellos. Lo peor del ‘señor’ feudal: la propiedad de la tierra y de la vida de
sus vasallos, pero ya sin más moral ni religión que la de los mercados. Y lo
peor del ‘burgués’ capitalista: la libertad para explotar hasta la esclavitud y
dándole gracias. El cacique como némesis
del revolucionario marxista.
Como ejemplo de esta pervivencia vintage del caciquismo podemos observar la enorme concentración de
las ayudas europeas, FEAGA y FEADER, en Extremadura entre 2010-2013 (datos en www.fega.es).
El Gobierno de Extremadura es el mayor perceptor de ayudas. Si excluimos los
datos del gobierno regional: Aproximadamente el 75% de las ayudas europeas se
reparten entre el 25% de las entidades (públicas y privadas). Mientras que el
25% de las que menos fondos reciben no llegan al 2% del total. La concentración
es aún más elevada si nos fijamos en el 1% de las entidades que más fondos
reciben, aproximadamente un 20% de la cuantía total.
¿Monarquía o República? ¡Abajo el Caciquismo!
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