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lunes, 25 de agosto de 2014

Abajo el caciquismo

“… mientras no se extirpe al cacique, no se habrá hecho la revolución; que mientras no nos sanemos de esa dolencia, más grave que la miseria y que la incultura, …; no seremos, ni con monarquía ni con república, una nación libre, digna de llamarse europea: seremos, menos que una tribu, un conglomerado de siervos, …” (Joaquín Costa. ‘Oligarquía y caciquismo’, 1902).

‘Cacique’: “El primero de un pueblo o región que tiene más mando y poder, y quiere por su soberbia hacerse temer y obedecer de todos los inferiores”. (Diccionario de la lengua castellana, 1729).

Como ya nos decía Joaquín Costa: El cacique es el gran especulador de la política, cuyo poder corrupto consigue acabar con la prosperidad y la riqueza de toda una región. La persona irresponsable que domina una región, sin cuya voluntad o beneplácito no se hace nada. Para él no existen las leyes, está por encima incluso de la Constitución. A su servicio están todas las instituciones públicas. Semejantes a los microbios que producen las fiebres palúdicas, que hacen inhabitables las zonas donde se agitan. Ahora que llega el verano, repelente contra los caciques.

El caciquismo es el gobierno despótico por una minoría. Una minoría compuesta por lo peor de la sociedad, inmoral y corrupta. ‘El gobierno por los peores’ que criticaban los intelectuales de la Generación del 98. Y hoy, en la generación ni-ni del siglo XXI, ¡el caciquismo sigue vivo! ¡La mafia española! La mafia española no necesita matar porque aniquila la conciencia y la propia voluntad, educa al siervo para que desee ser siervo, como dice Busqueta.

No es un fantasma, aunque así lo percibimos la mayoría. Huimos del comunismo para abrazar el sueño del caciquismo. Y aún seguimos hechizados, entretenidos en luchas superficiales: Barça-Madrid. Recortes-Crecimiento. Desahucio-Dación en pago. PP-PSOE.

Al fin salimos del hechizo del bipartidismo. Al fin escuchamos nítido el mensaje de quién movía los hilos del títere PPSOE: ‘Gane quien gane, siempre gana la banca’. Sin embargo, la máquina de dominio y explotación no para. No bien hemos salido de un hechizo (bipartidismo) cuando ya nos tienen inmersos en otro (monarquía o república). Ahora nos quieren entretener con otro teatro, con otra tragicomedia. Posponiendo indefinidamente el combate crucial contra el caciquismo.

Siguiendo a Costa, el origen del caciquismo se sitúa en la pujante oligarquía feudal del último tercio de la Edad Media (XIII-XVI). Alcanzando su máximo esplendor en el XV, con el nacimiento de la Inquisición Española: Frenando así el combate del pueblo contra los despotismos de la monarquía absoluta y del proto-caciquismo.

En la época de transición del feudalismo al capitalismo, XVI-XVII, se produjo a nivel europeo el proceso de transformación de las monarquías absolutas hacia el Estado moderno. En España la nobleza se rebeló y consiguió que su poder feudal perviviera, especialmente en el sur. El siglo XIX relajó el combate popular contra los despotismos, siendo enfrentado el más asequible, el monárquico; dejando tranquilo al despotismo caciquil que vio aumentada su fuerza.

El siglo XX vendría a reforzar su status con la instauración de la dictadura franquista y la posterior Transición. Hasta alcanzar en el XXI una nueva etapa de expansión caracterizada por el neofeudalismo de la economía global, donde el conflicto entre capital y trabajo al fin ha sido degenerado y rebajado hasta su mínima expresión, retornando al conflicto social medieval entre siervo y señor de estilo vintage.

El conflicto social básico del caciquismo es un híbrido de los inconscientes ideológicos feudal y capitalista. Aunando lo peor de cada uno de ellos. Lo peor del ‘señor’ feudal: la propiedad de la tierra y de la vida de sus vasallos, pero ya sin más moral ni religión que la de los mercados. Y lo peor del ‘burgués’ capitalista: la libertad para explotar hasta la esclavitud y dándole gracias. El cacique como némesis del revolucionario marxista.

Como ejemplo de esta pervivencia vintage del caciquismo podemos observar la enorme concentración de las ayudas europeas, FEAGA y FEADER, en Extremadura entre 2010-2013 (datos en www.fega.es). El Gobierno de Extremadura es el mayor perceptor de ayudas. Si excluimos los datos del gobierno regional: Aproximadamente el 75% de las ayudas europeas se reparten entre el 25% de las entidades (públicas y privadas). Mientras que el 25% de las que menos fondos reciben no llegan al 2% del total. La concentración es aún más elevada si nos fijamos en el 1% de las entidades que más fondos reciben, aproximadamente un 20% de la cuantía total.

¿Monarquía o República? ¡Abajo el Caciquismo!

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