No se me ocurre qué hacer. Lo frecuente es que los momentos importantes de tu vida los pases solo, y cuando te acompañan es para estropearte el día. Los ricos tienen muchas posesiones que proteger, sólo cuando les asalta la mala conciencia se agrupan cristianamente para dar migajas, que les rentabilizan más a ellos que a quienes supuestamente van dirigidas. No hay compartir fraterno, ni exigencia puede haber. Cada cual se convence a sí mismo que lo que tiene lo ha ganado justamente.
Hay expertos en convertir flores en armas biológicas. Hay expertos en transformar los deseos en mercancía. Hay expertos en trasvasar el agua de las pateras al campo de la letra muerta de las leyes. Hay expertos en transferir millones a cuentas secretas y blanquear el dinero sucio. Hay expertos en convertir el pan en carne y el vino en sangre. Hay expertos en transmutar la desgracia humana en productos de marketing.
Hay expertos en convertir flores en armas biológicas. Hay expertos en transformar los deseos en mercancía. Hay expertos en trasvasar el agua de las pateras al campo de la letra muerta de las leyes. Hay expertos en transferir millones a cuentas secretas y blanquear el dinero sucio. Hay expertos en convertir el pan en carne y el vino en sangre. Hay expertos en transmutar la desgracia humana en productos de marketing.
¿Habrá algún experto capaz de convertir los excedentes alimentarios en erradicación del hambre y de la pobreza? ¿Habrá algún experto capaz de reestructurar las empresas armamentísticas en empresas con verdadera responsabilidad social? ¿Habrá algún experto capaz de diseñar un sistema político al servicio del pueblo, eliminando los incentivos a la corrupción? ¿Habrá algún experto que persiga a los ladrones de guante blanco y cierre los paraísos fiscales?
Como el personaje bíblico tragado por la ballena, así viven los frailes y las monjas, en la panza del monstruo. Así viven los que se dedican a la política, engullidos por el monstruo. Algunos para justificar su mala conciencia y su horrible traición aseguran que su compromiso no es con los poderosos ni con el monstruo, sino con los pobres peces descarriados y perdidos en la inmensidad de la mar, su compromiso es con las Doris y con los Nemos, y no con los Tiburones. Cuánta hipocresía, se dedican a alimentar bichos que no necesitan más alimento, pero declaran a bombo y platillo que lo hacen por Nemo. Desde la panza de la ballena se oyen lejanos sus mítines y sus oraciones, sus liturgias y sus mentiras. Los pobres pececillos en su desesperación y angustia acaban dejándose engullir por la ballena, pero la ballena los vomita si no traen los papeles verdes, o los devora y los caga después aún más maltrechos que como entraron.
La prioridad de la ballena no es mejorar las condiciones de vida de los pobres pececillos. La prioridad de la ballena no es la vida de los demás, sino la suya propia. Si la ballena para asegurarse sus propias prioridades mejora el bienestar de otros, será por pura casualidad, será algo simbiótico o a lo sumo pura y suma benevolencia. Entre los principales órganos de la ballena en los que trabajan multitud de pececillos secuestrados y con síndrome de Estocolmo, están los órganos de la banca, de la burocracia, del ejército, de la religión y de las multinacionales.
Como el personaje bíblico tragado por la ballena, así viven los frailes y las monjas, en la panza del monstruo. Así viven los que se dedican a la política, engullidos por el monstruo. Algunos para justificar su mala conciencia y su horrible traición aseguran que su compromiso no es con los poderosos ni con el monstruo, sino con los pobres peces descarriados y perdidos en la inmensidad de la mar, su compromiso es con las Doris y con los Nemos, y no con los Tiburones. Cuánta hipocresía, se dedican a alimentar bichos que no necesitan más alimento, pero declaran a bombo y platillo que lo hacen por Nemo. Desde la panza de la ballena se oyen lejanos sus mítines y sus oraciones, sus liturgias y sus mentiras. Los pobres pececillos en su desesperación y angustia acaban dejándose engullir por la ballena, pero la ballena los vomita si no traen los papeles verdes, o los devora y los caga después aún más maltrechos que como entraron.
La prioridad de la ballena no es mejorar las condiciones de vida de los pobres pececillos. La prioridad de la ballena no es la vida de los demás, sino la suya propia. Si la ballena para asegurarse sus propias prioridades mejora el bienestar de otros, será por pura casualidad, será algo simbiótico o a lo sumo pura y suma benevolencia. Entre los principales órganos de la ballena en los que trabajan multitud de pececillos secuestrados y con síndrome de Estocolmo, están los órganos de la banca, de la burocracia, del ejército, de la religión y de las multinacionales.
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