Por Berta Almeida Rebollo. Profesora de Ética y Filosofía. Publicado en El Avisador, 21/05/2012.
El pasado ocho de mayo, la Consejera de educación, Trinidad Nogales, reunía en Cáceres y en Almendralejo a los respectivos directores de los centros educativos de las provincias correspondientes extremeñas.La función en Cáceres comenzó comunicando a los asistentes el enorme déficit que sufre la Consejería, debiendo préstamos a los bancos para sufragar hasta el transporte escolar. La solución radica en estrujar al máximo a profesores y estudiantes, como seguidamente explicaré.
Desde mi bien pensar, supongo que nuestros tutores políticos, para dar ejemplo, están ya padeciendo este ahogo eliminando cargos inútiles (asesores, coordinadores, gabinetes, directores, secretarios...), reduciendo sus desmesurados salarios y, en fin, quitándose de todos los privilegios de los que gozan por su puesto político. Aunque de esto nada se dijo en la susodicha reunión.
Por imperativo legal, sin negociación alguna con los miembros de la comunidad educativa o con sus representantes directos, los sindicatos, se ha decidido, entre otras cosas, aumentar el número de alumnos por aula. Para ello, han ordenado a los equipos directivos de los centros medir cada rincón de los colegios e institutos. Trabajando en mi departamento entraron, como peones de la Consejera, la Jefa de estudios y la Secretaria para medirlo. Me quedé sorprendida porque tiene cuatro metros. No sé si piensan sentar a algún alumno en el poyete de la ventana.
Igualmente, han mandado subir la jornada laboral de los profesores, previamente habiendo sido rebajado su sueldo en un 5%, primero, y aumentando su IRPF, después. Parece que volvemos a la Europa decimonónica, donde el capitalista se enriquecía a costa de hacer los mismo con sus obreros. Nos remontamos a los últimos años del franquismo, con aulas sobrecargadas de niños y sueldos docentes míseros; con la diferencia de que las características del alumnado de entonces no tienen nada que ver con las del actual. Será humanamente imposible atender a la diversidad estudiantil, que es mucha, y sólo seguirán adelante los estudiantes brillantes, que son pocos.
Por si esto no fuera suficiente, las bajas laborales de los profesores sólo se están cubriendo a partir de los quince días, "evaluando" si es oportuno hacerlo entonces. La consecuencia más inminente es que muchos alumnos extremeños verán notablemente mermada sus notas en la Selectividad al no haber tenido algún profesor durante el tercer trimestre. Y todo esto porque a un iluminado se le ha ocurrido cortar también por ahí.
Mientras tanto, los tres árboles que dan sombra a la Consejera, de los cuales se esperaba que dieran fruto, como estómagos agradecidos que parecen ser, han hecho mutis por el foro. Como decía Groucho March: "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros".
Al terminar, la Consejera advirtió que se hicieran sólo cuatro o cinco preguntas generales porque tenía otra reunión con los directores de los centros educativos de Badajoz. Así respondía con prisas a las inquietudes de los mismos, limitándose a decir que se estudiaría cada caso en cada centro. De esta forma, abría otra brecha en el seno profesional educativo: la desconfianza. Con la mosca detrás de la oreja se quedaron muchos directores, preguntándose si tal vez habría un trato desigual dependiendo de la afinidad política del Director, tipo de alumnado u otras influencias soterradas que nunca saldrían a la luz.
Así acabó la función circense. Prefiero omitir el nombre de quien ejerció de payasa. Y es que, como decía el filósofo y sociólogo alemán Marcuse, vivimos en una confortable, razonable y democrática no libertad; donde todo está bien, y que a nadie se le ocurra demostrar lo contrario. Pues eso, la memocracia extremeña y, por extensión, española. Memos por memos, no me quedo con ninguno.
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