MI BIBLIOTEKA

MI BIBLIOTEKA: [ https://bit.ly/3pemlM6 ]. MIS RELATOS: [ https://bit.ly/3D7FtQw ].

martes, 10 de abril de 2012

Ateísmo Vivo

El nuevo cristianismo pseudocientífico. Comentarios sobre “El nuevo ateísmo científico” de Leandro Sequeiros (2012) publicado en Iglesia Viva, 249: 97-108.

Ingeniosa manera de tender puentes la que se expone en el artículo de Sequeiros. Parece un excelente compendio de argumentaciones brillantes sobre el ateísmo.

En ocasiones la brillantez intelectual de Sequeiros se asemeja a la mañosa fortaleza del bateador de béisbol que de repente se encuentra en un magnífico estadio a oscuras. Se asemeja al ideal romántico del caballero que cabalga de nuevo a lomos de Pinocho. Se asemeja al buen lobo que se incultura entre las ovejas que vagan sin pastor.

Aunque no todo lo que reluce es oro. Así, el ateísmo es ubicado por Sequeiros en un entorno semántico e ideológico nada halagüeño, incluso peyorativo, empezando por el propio subtítulo que parece insinuar el carácter oportunista de los ateos. A continuación, en la primera frase del texto, parece que se les tacha de superficiales y de ser dañinos como una plaga. Por último, antes de acabar la primera página, se inflinge el último estigma mediante la demonización de los mayores intelectuales del ateísmo actual.

A continuación se sugiere que la nueva reflexión atea es propaganda muy rentable. Luego parece insinuarse que el ateísmo es caña hueca cuando se refiere a los ateos como personas “que dicen ser” ateos.

En resumen, la estrategia trinitaria dualista de descrédito del ateísmo que sigue este autor es clara, aparentemente involuntaria. En primer lugar, la novedad oportunista frente a la existencia eterna de Dios Padre. En segundo lugar, la condición desarraigada y enfermiza frente a la luz divina de Dios Hijo. En tercer lugar, la vaciedad y doblez mundana del espíritu ateo frente al aire sagrado de Dios Espíritu Santo.

Otros signos de descrédito del ateísmo se desparraman por el texto, a modo de perlas, a modo de tesoros escondidos. Los más geniales son aquéllos signos que se ocultan en el doble fondo del cofre del arrepentimiento y el dolor por los propios pecados del cristianismo. El primero de ellos es en el que se advierte sobre la persecución sufrida por los mártires del ateísmo que hizo desaparecer la mayoría de sus escritos. Al parecer, mártires ateos con menos coraje y dignidad que los mártires cristianos, cuyas vidas y testimonios de fe sí que han llegado hasta nosotros.

El giro ofensivo más acrobático del autor es el que sucede cuando salta de Bunge a Hitchens. Tras la pormenorizada y ecuánime descripción de la obra de Bunge se afirma que éste se encuentra en la base de los intelectuales ateos criminalizados como “jinetes del Apocalipsis”, entre ellos Hitchens, al que ipso facto se desacredita magistral y elegantemente arguyendo que sus reflexiones son “afirmaciones maravillosamente gratuitas”.

La ofensa de quienes dicen ser cristianos adquiere tintes dramáticos y sutiles cuando se disfraza de supuesta autocrítica. Así, parece entreverse en el texto de Sequeiros un acto excomulgatorio de aquéllos que son condenados como falsos cristianos –por encontrarse en la órbita de la iglesia y no en su corazón- porque secundan la irrelevancia de lo que algunos llaman teología cristiana.

Yo invitaría a realizar una relectura completa del artículo de Sequeiros poniendo en el centro de la crítica al propio cristianismo. Como si se mirase en un espejo. Tendríamos así la mejor réplica al autor, enfrentado a sí mismo, fiel a la tradición asesina cristiana. Leamos, por tanto, “el nuevo cristianismo pseudocientífico” y encontraremos razones más que sobradas para desvelar y fundamentar una innegable tradición ateísta, una formidable escuela de ateología universal y un espléndido y maravilloso libro de ateísmo natural.

En el siglo XXI vuelve la negación de la razón y la imposición de dios aprovechando los medios de comunicación de masas. Alguien ha dicho que el cristianismo vuelve a estar de moda. Siempre hubo cristianos, pero ahora la postura llega al gran público a través de Internet y de publicaciones divulgativas. En la revista Ateísmo Vivo intentaremos en próximos números izar los puentes levadizos ante el ataque de esta cultura emergente. Hasta que no abandonen las armas y sus tácticas de dominio, esclavitud y exterminio no habrá diálogo.

Las estadísticas indican que cierto porcentaje de varones se declaran elegidos por dios para el sacerdocio, porcentaje similar entre las mujeres, aunque éstas no son institucionalmente reconocidas por la secta patriarcal autodenominada católica.

En los últimos años la propagación de las ideas católicas se difunde por doquier. Hay una explosión mediática de ONGs, publicaciones y páginas web de marcado carácter fanático cristiano. A los más renombrados, Rouco, Ratzinger, Escrivá de Balaguer y Martínez-Camino, algunos les llaman “los cuatro jinetes de la infamia”. Y a las páginas web más visitadas, sobre lo que algunos denominan el diálogo entre fe y ciencia, alguien las ha bautizado como “los siete pescadores digitales”. Y a las seis revistas cristianas que se publican tres veces al mes, alguien las ha reconocido como “la voz susurrante del ángel caído”.

La Revista Internacional de Ateología ha dedicado un monográfico al tema “¿Cristianos de qué dios?”, en el que creyentes ricos y creyentes pobres manifiestan sus increencias. Si en los siglos XIX y XX se centró la propaganda cristiana en contra del marxismo y de sus concreciones históricas, el siglo XXI cuenta con las redes sociales y las ONGs. Se puede decir que la crítica cristiana a la secularización, increencia y ateísmo del mundo se ha convertido en un gran negocio genocida que mueve millones de dinero público y millones de muertos en todo el mundo. Algo que el autor Sequeiros parece olvidar y relegar a un lejano pasado, supuestamente ya expiado, de inquisición y caza de brujas.

Siempre han existido hombres y mujeres que dicen ser cristianos, aunque quienes lo practiquen sean algunos menos. El fenómeno del cristianismo no es nuevo. Al principio se desarrolló mediante el problema de la negación del pensamiento racional, siendo básicamente un problema filosófico. Pero, hoy día ha pasado a la vida cotidiana.

Desde la ateología jesuánica se entiende a Jesús como el primer gran ateo de la historia. Basta descascarillar el lenguaje religioso para encontrar el grano, para encontrar la buena noticia. Como lo han mostrado los marxistas y libertarios cristianos (de los que luego han bebido los teólogos de la liberación). La vida callada y sencilla del nazareno durante treinta años parecía inaugurar la infancia del ateísmo. Veinte siglos después el ateísmo es una corriente joven, fuerte e impetuosa. Siguiendo el paralelismo, dentro de otros diez siglos parece que podrá iniciarse una nueva etapa ateísta de madurez, en la que probablemente la humanidad alcanzará un nuevo estadio de conciencia moral colectiva.

Desde la ateología mesiánica se entiende que no hay elegidos unipersonales, toda la humanidad lo es. La ateología de la resurrección entiende que el bien puede morir, pero resurge, reaparece, resiste, renace. Es la mayor expresión natural de lo que algunos llaman esperanza. La bondad no envejece, no se envilece, no se corrompe, es primaveral. Existe per se, al margen de la maldad. Sin embargo, el tiempo agría el carácter, envejece, embrutece, corrompe. La inocencia muere, la virginidad se pierde. Es ley natural. Lo antinatural es sostener una fe contra el sentido común. Aunque las religiones son un catalizador de la autoextinción y autoexterminio no sólo de culturas sino también de la especie humana.

La interpretación jesuánica de la muerte, desde el ateísmo, es como la caída del fruto maduro, como el momento de la cosecha. No es el fin sin más. No es el dolor de la crucifixión, ni el sacrificio eucarístico. La muerte prematura de Jesús le sobrevino por su coherencia. Fue arrancado de raíz como las malas hierbas. Su lucidez sobre la vida fue el legado evangélico que nos dejó. Posteriormente olvidado y arrinconado bajo montañas de dogmática y alienantes creencias religiosas. La artillería del miedo para socavar la voluntad del pueblo y mantenerlo en estado perpetuo de anhelante libertad.

Nota 1: Observe el lector que en esta crítica he utilizado profusamente, aunque con ironía, la técnica pseudocientífica empleada por Sequeiros, apelando repetidas veces al ambiguo, incognitante y desconocido “alguien”, “algunos” y “parece”.

Nota 2: Observe el lector que el estilo de esta crítica es bastante más indignado que el del discurso más moderado e insultantemente buenista de Sequeiros, propio de quien se sienta en una de las cátedras de la verdad dominante.

No hay comentarios: