¡Cuánta hipocresía y falsa ética! ¡Qué obsesión y cuánta misoginia! ¿Qué autoridad moral tienen quienes vienen de una tradición criminal tan bárbara y sangrienta? Cada acto y palabra que perpetran estos ideólogos 'pro-vida' es una renovada condena a la cruz del dios que dicen adorar.
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